Flujos turísticos mundiales: una mirada desde lo ambiental

Una representación del mundo globalizado es la del espacio terrestre siendo atravesado por una gran cantidad de flujos visibles e invisibles: el comercio, Internet, las migraciones, y uno de ellos que nos interesa particularmente: el turismo.
Con el objetivo práctico de aunar criterios, y a los efectos de recabar información para las estadísticas de los países, la Organización Mundial del Turismo (OMT) define el turismo como una actividad que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, negocios y otros. La OMT considera como “visitante” al viajero que realiza esta actividad y tiene como principal motivo del traslado uno distinto al de ejercer una actividad remunerada en el lugar visitado.  Con ello el flujo turístico se distingue claramente de las categorías de migrantes explicadas anteriormente.
Los visitantes comprenden dos grupos: los “turistas”, quienes permanecen por lo menos una noche por lo menos en un medio de alojamiento colectivo o privado en el país visitado, y los “excursionistas”, que no pernoctan. Los turistas y los excursionistas pueden ser internacionales o internos, según viajen fuera o dentro de su país de residencia.
La génesis del turismo se da en el siglo XIX europeo. “Tourist” era quien hacía el “grand tour”, un viaje por la Europa clásica, que tenía finalidad de ocio y educativa en un sentido amplio. El desarrollo de los medios de transporte – primero el tren y luego el barco – amplió el radio de acción de estos viajes, al tiempo que aparecían las primeras guías de viaje y se levantaban los primeros grandes hoteles en la Costa Azul y las grandes capitales europeas. Esta actividad de ocio estaba sólo al alcance de una minoría adinerada de aristócratas y burgueses. Es recién en el post-guerra, con la instalación del estado de bienestar en los países industrializados y el desarrollo del automóvil –fundamentalmente en los EEUU – y la aviación comercial, que el turismo pasa a ser una actividad de masas. A partir de entonces el turismo internacional ha registrado un crecimiento ininterrumpido y las proyecciones van en el mismo sentido Su evolución está altamente correlacionada con los períodos de auge económico: la misma se retrae en períodos recesivo, pero se recupera rápidamente una vez pasado el ciclo de crisis económica.

El turismo está íntimamente ligado a la movilidad espacial. Dicha movilidad es selectiva, vale decir que los flujos se concentran desde y hacia determinadas partes del mundo. Los dos grandes espacios turísticos mundiales son: Europa occidental y mediterránea, y Norteamérica, comprendiendo también el Caribe y México. Los flujos internacionales principales son los que unen Norteamérica a Europa y el Caribe, los que conectan Europa septentrional con el sur del continente, y los que parten desde Japón hacia el sudeste asiático. Los flujos de media distancia son muy densos en Europa, fenómeno en el que juega un papel fundamental la extendida red de transporte carretero y ferroviario y la calidad de la misma. Últimamente los vuelos “low cost” están compitiendo con el tren, lo que ha obligado a las empresas a bajar sus tarifas, las cuales procuran mantener su puesto como medio de transporte preferido en el Viejo Continente, subrayando sus ventajas en cuanto a puntualidad y arribo directo al centro de las ciudades. Por su parte, los recorridos de larga distancia, que tienen una dirección Norte-Sur, son todavía de menor intensidad: de Europa y Norteamérica a Sudamérica (fundamentalmente Brasil y Perú), de Europa a África (Kenya y Sudáfrica) y a Asia (India y Tailandia).

Los llamados “destinos turísticos” constituyen los fijos de estas redes. Vale decir los puntos de emisión y recepción. Su estructura y dinámica actual responden aun a una concepción clásica del turismo, centrado en los atractivos de “sol y playa” y patrimonio cultural. Las imágenes mentales de la playa como lugar de solaz y de los sitios históricos y arqueológicos como lugares de interés cultural a nivel masivo se conformaron para el público europeo recién a fines del siglo XIX. Ello explica la gran afluencia, por ejemplo, a la zona del Mediterráneo, que combina ambos atractivos, al igual –aunque en menor grado- que México. Este país es actualmente el destino más visitado de América Latina, con 22,6 millones de personas. El turismo de sol y playa tiene otros fijos importantes en el Caribe y el sureste asiático, si bien en estos dos destinos juega también como factor el denominado “turismo sexual”. La explotación de hombres y mujeres jóvenes –y a veces incluso niños y niñas- por esta actividad constituye una de las caras más negativas del turismo, que se está combatiendo y controlando. En cuanto al turismo cultural, su oferta es muy variada, y en el mismo Europa lleva la delantera. Francia (79,3 millones), España (57, 3 millones) e Italia (42,7 millones) ocuparon en 2008 respectivamente el primer, tercer y quinto puesto en las preferencias mundiales. Pero China –que ese año ya estaba cuarta, con 53 millones de turistas- al tiempo que México, Perú y el norte de África están cobrando una importancia creciente.

Los fijos del turismo en cuanto oferta tienen la particularidad de ser constructos sociales y culturales. Vale decir, para que un lugar se convierta en un atractivo turístico no es construido en base a su dotación de recursos naturales, paisajísticos y/o patrimoniales, y a la creación de una imagen concomitante. En ello juegan tanto factores materiales como psicológicos. Es necesaria toda una infraestructura y una preparación del personal destinada a satisfacer los gustos del turista, así como también una presentación del lugar que colme e incluso supere las expectativas previas del mismo. Los aspectos psicológicos se refieren a las experiencias no-turísticas (cotidianas) de las que el sujeto quiere escapar, la puesta en valor de los lugares a través de una determinada imagen, el marketing turístico, etc.

La actual tendencia del turismo en la era global es hacia una diversificación de la demanda y de la oferta. Ya no se concibe sólo un turista – tipo deseoso de disfrutar de la playa o de un sitio histórico. De ahí el surgimiento de diferentes modalidades de turismo, adaptadas a distintos estratos etarios, niveles económicos y gustos: el turismo aventura, el turismo rural, el turismo de cruceros, etc. Esos fijos tan especiales que son los atractivos turísticos deben ser, en todos los casos, “lugares soñados”, y que ese sueño pueda transformarse en realidad con un simple traslado.

¿Cuál es el panorama actual del turismo en cuanto a flujo de visitantes? Tras un 2009 difícil debido a la crisis financiera internacional, según la OMT las llegadas de turistas internacionales crecieron un 7% en los dos primeros meses de 2010 en todo el mundo. El crecimiento fue mayor en destinos no tradicionales, que sin embargo vienen mostrando desde hace  unos años esa tendencia: Asia, África y Oriente Medio. Se destaca el rápido crecimiento de China como foco emisor. La OMT prevé que para este año las llegadas de turistas internacionales crezcan entre un 3% y un 4%.

Las proyecciones al 2020 señalan que para ese entonces habrá 1.600 millones de turistas, cifra que duplica a la actual. Si bien se mantendrá la supremacía de los dos fijos principales, su participación en el mercado caerá, ubicándose en el 45,9% para Europa y el 18,1% para Norteamérica. Como en otros aspectos de la economía globalizadas, el área de mayor crecimiento será el Asia Pacífico, que alcanzará los 390 millones.
Desde un enfoque basado en la sustentabilidad ambiental, es claro que resulta imprescindible prevenir y mitigar los impactos del turismo sobre el medio físico-natural y sobre las culturas locales. Con frecuencia el intento de puesta en valor de los lugares –en especial en la modalidad “sol y playa”- ha deteriorado la belleza natural de los mismos, generando un fenómeno que se conoce como “cancunización”, debido justamente a la transformación paisajística de carácter negativo que sufrió esa localidad en México. Por su parte, la afluencia de turistas a determinados destinos (México, Caribe, Sureste asiático) ha dado lugar a un tipo de encuentro con la población local que, en lugar de promover el intercambio cultural, posibilitando un mutuo enriquecimiento desde el punto de vista humano, ha degenerado en la prepotencia y el servilismo. El denominado “turismo sexual” es la expresión más descarnada de este fenómeno.

Está claro que el turismo de masas, que es en realidad el que mueve a la mayor cantidad de personas y capital, no es una modalidad sustentable de la actividad. Ya en los años 60 comenzó a originarse una visión crítica de este tipo de turismo masivo y anónimo. El nuevo paradigma del Turismo Sustentable y Responsable apunta a una visión y práctica más amplia del turismo, como un encuentro entre personas y culturas, donde están valores en juego. El mismo es considerado no sólo como fuente de empleo e ingresos fiscales, sino como un factor potencial de desarrollo local y de vida buena para todos los involucrados, tanto anfitriones como huéspedes. La propia OMT ha tomado elementos de esta visión, incorporándolos en documentos oficiales, como el Código Ético Mundial para el Turismo (2001).

Álvaro González Gervasio.
Adaptado de “Geografía 5. Mundo, ambiente y territorios del siglo XXI” (2011) Ediciones Espartaco. Montevideo.

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