Desordenamiento territorial

La rambla de Montevideo y sus playas son reconocidos como uno de los paseos más democráticos, y parte importante de esa situación es la posibilidad de acceso ilimitado a las playas. Más allá de algunas concesiones como paradores y algunos clubes, la rambla acompaña la línea de costa  marcando el límite entre lo privado y lo público. Así a nadie se le ocurre pensar en construirse una casa, por ejemplo, en las dunas de Carrasco o sobre las rocas de la Playa de los Ingleses.

Lamentablemente esa situación no se repite en otras partes del país.
Lo he visto muy especialmente en Maldonado. Existen en el departamento
algunos emprendimientos turísticos que ocupan la franja de defensa de costa. Los mismos cuentan con autorizaciones y su funcionamiento está regulado, aunque igualmente muchos imponen indirectamente restricciones de acceso al limitar, por ejemplo, el estacionamiento de vehículos y así obligando a los no alojados a caminar un largo trecho para acceder a la playa.

Aún más preocupante es que paralelamente se está desarrollando toda una situación de ocupación ilegal de la franja costera, con construcción de viviendas para renta, cercado de áreas y rampante especulación inmobiliaria. Estas ocupaciones que eluden el control legal simplemente por no solicitar las autorizaciones y presentar después hechos consumados, son particularmente notables en la zona de Playa Hermosa de Maldonado, cercana a Piriapolis.

Allí la angosta faja de dunas entra la ruta 10 y el mar, protegida y librada al uso público por ley, está siendo sistemáticamente cercada, despojada de su vegetación y arrasada con retiro de arena para permitir la construcción de casas que se ofrecen en alquiler.

La zona presenta aún características ambientales casi únicas, dominada por dunas cubiertas de acacias por entre las que llegan a la playa dos pequeñas cañadas con tupido monte de galería en el que destacan los ceibos. Hacia el lado este de la playa la comunión del campo y el mar se completa por una zona rocosa, paralela a la ruta 10, de casi 1 kilómetro de largo y cubierta monte achaparrado y de vegetación resistente a la intrusión del agua salada en la que conviven garzas, tijeretas teros y calandrias con las más diversas especies de aves marinas locales y migratorias que encuentran allí abrigo de los vientos del este.

Se trata de una porción de terreno que formaba parte de los predios rurales cuyo fraccionamiento dió origen a los balnearios de Playa Hermosa, Miramar y Playa Grande, la que en cumplimiento del Código de Aguas  que al hacerse los fraccionamientos se marcó como no fraccionable. Hoy además el uso de la zona costera está claramente regulado por la Ley de Ordenamiento Territorial (18308), la que incluso brinda las herramientas legales para lidiar con estos casos indicando las responsabilidades que por acción u omisión corresponden.

Igualmente, a la vista y paciencia de todas las autoridades se han implantado carteles que proclama propiedad privada de la playa. De los dos paradores originales, uno no ha funcionado en varios años y solo queda allí una guardia de prefectura las 24 horas paga por la Intendencia de Maldonado. Al otro se le han adicionado apartamentos.
Con servicio de TV satelital y varios galpones. En uno de ellos justo sobre la playa funciona una planta procesadora de pescado. El toque de color
le da el fuerte verde de la vegetación justo donde el parador, los apartamentos y la planta dejan salir sus desechos sanitarios a la arena. Contra la ruta se han arrasado las dunas y la vegetación nativa para posibilitar la aparición de \»estacionamientos privados tarifados\».

Incluso en lo que comenzó como un quiosco para que operara una inmobiliaria, se construyó una casa y tres apartamentos que se anuncian para alquilar con carteles y en internet. Para ello también se eliminaron con maquinaria pesada las dunas

La ironía se completa cuando vemos como la cartelería que anuncia la venta de terrenos y el alquiler de casas comparte espacio con la del MVOTMA con indicación de multas de 25UR por circular con vehículos en esas mismas dunas.

Aún estamos a tiempo de lograr el desarrollo ordenado de la zona, como en muchas otras cosas, los elementos legales existen, es solo cuestión de voluntad y firmeza para hacerlos cumplir, sin amiguismos y en beneficio de todos.

Raúl E. Viñas
Sociedad “Amigos del Viento”

 

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