La figura de José G. Artigas y el turismo histórico-patrimonial

La figura de José Gervasio Artigas -en especial su pensamiento político y social, de avanzada para la época- es un elemento fundante de la identidad oriental, y luego uruguaya. De esa época (breve en su extensión -puesto que va del 1811 al 1820- pero enorme en su importancia) ha quedado un patrimonio ideológico y material, parte del cual es de indudable interés para el desarrollo del turismo de base histórico-patrimonial en nuestro país.

Hemos seleccionado dos aspectos: la Ruta del Éxodo y los monumentos al Prócer en todo el país, en especial el de la Meseta de Artigas y el de la Plaza Independencia.

El “Exodo del Pueblo Oriental”

Como hecho histórico el “Éxodo del Pueblo Oriental” fue un movimiento migratorio espontáneo conformado por pobladores de la Banda Oriental, que se registró entre octubre de 1811 y setiembre de 1812. El mismo recorrió el territorio primero en dirección noroeste (Montevideo a Paysandú) y luego en dirección norte hasta Salto, pasando después al otro lado de la ribera del Río Uruguay. A mediados de 1812, y luego de varios traslados, las familias se instalaron a orilla del Arroyo Ayuí, en la actual provincia de Entre Ríos.

Las causas inmediatas fueron: el armisticio celebrado el 20 de octubre de 1811 entre el Gobierno de Buenos Aires (revolucionario) y el Virrey Elío (monárquico) para el levantamiento del Sitio de Montevideo, donde los españolistas estaban apostados; la designación por parte de las autoridades bonaerenses de Artigas como Teniente Gobernador de Yapeyú (actual provincia de Corrientes); y la invasión de tropas portuguesas desde el Brasil, comenzada en febrero de 1811, las cuales habían sido llamadas en auxilio por parte de las autoridades españolas, pero que –como era de su suponer por las antiguas ambiciones de Portugal sobre estos territorios, terminó ocupando la campaña, donde produjo saqueos de pueblos y haciendas

“Trasladado el ejército oriental a San José en cumplimiento del acuerdo de pacificación, fue en ese punto que tomaron conocimiento de los contenidos del armisticio firmado por el Gobierno de Buenos Aires y el virrey Elío. El acuerdo consagraba el levantamiento del Sitio de Montevideo y la sujeción al dominio español del territorio al Este del río Uruguay y algunos pueblos de la actual Provincia de Entre Ríos. Recibido el ‘gran golpe’, como lo llamó Artigas en su comunicación a la Junta de Paraguay del 7 de diciembre de 1811, se resuelve el traslado a ‘cualquier punto donde puedan ser libres’ (Fessler, 2011). Estas acciones formaban parte de un plan defensivo, frente a los reveses militares que dese hacía un año y medio venía sufriendo la causa revolucionaria, no solo en el Río de la Plata, sino también en el Alto Perú (Cuadro, 2011).

Ese mismo año se habían celebrado los primeros Congresos Orientales, reuniones de vecinos convocadas para discutir temas políticos. Es muy conocido el de la Quinta de la Paraguaya, del 10 de octubre de 1811, en el que Artigas fue designado “Jefe de los Orientales”, reconocimiento que es ratificado en la reunión del 23 de octubre en el Paso de la Arena.Se va delineando con claridad la figura  de Artigas como caudillo, tanto militar como político, el cual recibe la adhesión de lo que se dio en llamar “el pueblo reunido y armado”. Las tropas artiguistas eran de unos 4.000 a 5.000 hombres, armados con fusiles, carabinas y lanzas, además de indígenas con flechas y boleadoras; bien adiestrados y disciplinados, “subordinados al genera (Artigas) y tan endiosados en él que estoy en que no han de admitir a otro jefe, en caso que Buenos Aires quiera sustituir a este”. En carta a la Junta del Paraguay del 7 de diciembre de 1811,  Artigas, refiriéndose a sus soldados, menciona que llega “… al frente de seis mil de ellos…” (http://www.artigas.org.uy/fichas/artigas/artigas_exodo_10.html)

Como es sabido los orientales formaban parte de un movimiento revolucionario más amplio, donde también participaba, entre otros, Buenos Aires, a cuyas autoridades Artigas siempre reconoció como sus superiores. Ello no obstante el Caudillo oriental marcó las diferencias (en ese momento tácticas, luego de proyecto político) que lo separaban de Buenos Aires.

Lo que comenzó siendo un movimiento de tropas con fines militares, se fue convirtiendo en una gran y variada columna humana. En efecto, como señala Cuadro (op.cit.), citando correspondencia de la época: “Artigas en un oficio a la Junta de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1811, indicaba que las personas ‘eran en tan gran número que parece imposible designarlo, basta asegurar a Vuestra Excelencia que nadie ha quedado en los pueblos’. También Rondeau informaba al gobierno de Buenos Aires que ‘de todos puntos de la campaña se repliegan familias al ejército sin que basten persuasiones a contenerlas en sus casas’.” Según datos de la época el padrón de las familias dispuesto por Artigas el 14 de diciembre de 1811, con la intención de formar un centro poblado a orillas del Arroyo de la China, registró más de 800, comprendiendo 4.031 personas, con 845 carretas. Otra fuente habla de 4.426 personas, de las cuales 1.786 eran mujeres.  En ambos casos sin contar un contingente importante que se encontraba más alejado del núcleo central, así como cantidad de personas que se iban uniendo al grupo. Si se considera cualquiera de estas dos cifras en la realidad de escasísima densidad demográfica de la campaña oriental de la época, su número resulta extraordinario. Así como la presencia femenina.

Otro aspecto sobresaliente es la variedad de su composición. Formaban dicho contingente humano familias acaudaladas, con sus esclavos, así como familias de clase media y pobre; mujeres solas y ‘hombres sueltos’; adultos, jóvenes y niños. “Esa fuerza heterogénea y polícroma … incluyó a hacendados y peones, a desposeídos del campo y a sectores fuera de la ley, también lo hizo con los esclavos propiedad de los patriotas y con los fugados de los españoles que procuraban su libertad” (Fessler , 2011). Tal como indica Cuadro (op. cit.) “(e)sta emigración expresaba no solo el temor de la población rural a las represalias realistas o al saqueo de las fuerzas portuguesas; era también una opción política.” Es este último aspecto el que la dará una especial significación como hito en la conformación de la nacionalidad oriental. La libertad –no solo proclamada, de acuerdo con los ideales del liberalismo de la época, sino vivida, incluso con sacrificio –  pasará a ser uno de los pilares sobre la que la misma se asienta.

El grupo humano estaba necesariamente acompañado por una cantidad de bueyes para transportar las carretas, estimada en unos 8.000, y de una caballada de unos 40.000 ejemplares.

Fueron enormes las dificultades que signaron tanto la lenta marcha – atravesando un territorio donde los caminos eran precarios y con la necesidad de vadear gran número de ríos y arroyos – como la organización de la vida cotidiana de ese enorme contingente humano, formado por gente desconocida entre sí, solo unida por sus miedos, su anhelo de libertad y su adhesión a Artigas.  Hubo gente que murió ahogada en accidentes al cruzar los ríos, y había  múltiples necesidades asociadas con el abastecimiento de alimento, la atención de la salud, las necesidades espirituales, la seguridad y el mantenimiento de la disciplina, aspecto estos últimos en los cuales Artigas actuaba con mano dura.

¿Cuál es la significación de este masivo movimiento migratorio ocurrido en la campaña oriental a principios del siglo XIX?

Quien primero en el Uruguay observó una analogía entre este movimiento humano, de características épicas, y el Exodo del pueblo judío, mencionado en la Biblia, fue Francisco Bauzá, en su obra “Historia de la dominación española en el Uruguay”, publicada entre 1880 y 1882. El paralelismo es de recibo en cuanto en ambos casos se trata de un pueblo que, guiado por un líder (el profeta Moisés – el caudillo Artigas) emprende un azaroso camino escapando de la tierra de la opresión (el Egipto del Faraón – la Banda Oriental bajo dominación española o portuguesa), en busca de una tierra de libertad (Israel – el lugar donde, tal como indica Ana Frega, ejercer la “soberanía particular de los pueblos”, dando al adjetivo ‘oriental’ una dimensión que trasciende la meramente geográfica). Poco después, en su estudio sobre Artigas, de 1885, Clemente Frigeiro propone el nombre de “Éxodo del Pueblo Oriental”. Cabe señalar que Duffau y Delgado (op.cit.) mencionan un curioso antecedente acerca de la analogía entre el Éxodo bíblico y el oriental: en 1841, Mitre –quien luego sería un acérrimo antiartiguista- se refería a Artigas como un “nuevo Moisés”.

En 1851 Carlos Anaya llamó a este episodio, la “Redota”, nombre propio del lenguaje del gaucho, que ha sido asimilado a “derrotero”, o sea itinerario, pero también a “derrota”, por el sentimiento que esa obligada retirada había provocada entre los orientales. Dice Maggi (1950, Duffau y Delgado, op.cit.). “es a la vez, el camino, la huída y el estar vencidos, comprende en su significación la amargura, la contrariedad, la impotencia, el sacrificio; pues, el estado exacto en que se hallaban los orientales” , a la vez que “una palabra rústica y expresivamente criolla, analfabeta y gaucha”.

Indica Pivel Devoto que hacia 1880 el Éxodo era un episodio casi desconocido para la mayoría de los habitantes del país. Los historiadores se habían ocupado de él solo en forma superficial, sin comprender su contenido e incluso  desnaturalizando su sentido y su carácter. La consideración de este episodio como un hito en la Historia Nacional fue entonces algo posterior a la reivindicación de la figura de Artigas (Duffau y Delgado, op.cit.)

 Luego de haber sido resignificado como evento histórico, el Éxodo pasa a ser considerado el nacimiento de la nacionalidad oriental. El mismo condensa los valores en los que se asienta la nación: la libertad, por la cual el pueblo oriental decidió acompañar a su líder, aun consciente las privaciones que sufriría en esa migración, y la igualdad, manifiesta en la diversidad social y étnica que conformaba esa multitud.  Las motivaciones y los acontecimientos del Éxodo de 1811  sellaron el pacto social del que surgió la nacionalidad oriental”.

Es así que diversas manifestaciones artísticas (escultura, pintura, literatura, folklore) han tomado al Éxodo como tema de inspiración. Desde “La epopeya de Artigas”, de Juan Zorrila de San Martín, a “Los orientales” de Los Olimareños.

¿Y qué tiene que ver con el turismo? El potencial del Éxodo como recurso del turismo patrimonial es grande y, hasta el momento, no ha sido debidamente considerado. La Ley 14.040 (de 20/0/1971) de creación de la  Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación, declaró patrimonio “la ruta seguida por el Precursor de la Nacionalidad Oriental, General José Artigas, en el éxodo del pueblo oriental hasta el campamento del Ayuí”, a la cual se denominó camino “Ruta del Éxodo o de la Derrota”. Encomienda al Poder Ejecutivo disponer lo necesario para “proceder a la delimitación, señalamiento con leyendas alusivas y aperturas de los tramos no definidos en el terreno” (Delgado, 2011). Tal como indica este autor, la primera data de 1949. A partir de entonces se han sucedido marchas –algunas de ellas a caballo- por el recorrido total o parcial del Éxodo. Los protagonistas han sido fundamentalmente educadores con alumnos, y militares. En lo que respecta a recordatorios materiales del recorrido, se destacan los ocho monolitos erigidos en lugares en donde acampó el Éxodo y el monumento conmemorativo en el  Parque San Carlos de la ciudad argentina de Concordia.

La georreferenciación de la Ruta del Éxodo es, a nuestro juicio, una interesante herramienta para la creación de un producto turístico de valor patrimonial. Esta idea surge a partir de la existencia en la Dirección de Topografía del MTOP, de una gráfica del recorrido y las paradas del pueblo oriental en 1811, confeccionada por el Cnel.  Alberto Bergalli en base a documentos históricos publicados y cartografía existente en el Servicio Geográfico Militar, en el año 1960. Georreferenciar quiere decir marcar con precisión (utilizando Tecnologías de la Información Geográfica) las coordenadas geográficas de los lugares por donde fue pasando, de manera que los usuarios puedan ubicarlos con un GPS y en el Google Earth. Esto deberá complementarse con la impresión  de material gráfico y la señalaización clara de los lugares, donde tendrá que haber cartelerìa alusiva clara y atractiva.

Artigas en los monumentos

En la plaza principal de ciudades y pueblos del Uruguay es normal que exista un monumento a Artigas, sea ecuestre, o de pie o como busto.

La inauguración de su monumento en la Plaza Independencia –decorado en uno de los costados del pedestal con un bajorrelieve del Éxodo- obra del escultor italiano Angel Zanelli, el 28 de febrero de 1923, marca un hito en las honras dispensadas al personaje. (http://www.turismoenmontevideo.com/monumento-general-jose-artigas). En 1964, informando sobre la gran celebración del 200mo. Aniversario de su nacimiento, en Plaza Independencia, publicaba la revista “El Grillo”:

“Hemos honrado a Artigas: pero no hemos necesitado deformar los hechos ni el pensamiento. No hemos tenido que ocultar nada de nuestro pasado ni ha sido necesario exagerar nada. Conocer la verdad histórica, cuando se trata de Artigas, significa estar en presencia de esfuerzos supremos cumplidos sin alarde y sin queja.”

Se trata sin duda del más importante de los monumentos al Prócer existentes en el país, tanto por su porte, como por el lugar central que ocupa, en la Plaza principal de la capital. La figura hierática del Prócer montado en un gran corcel, recuerda a la de un emperador romano o un “Condottiero”.  Es a su vez una de los primeros monumentos con las que el turista, que viene caminando desde Ciudad Vieja, se encuentra.

En el mismo sitio se encuentra también el Mausoleo, una discutida obra de la época de la dictadura cívico-militar, inaugurada en 1977. Se ha cuestionado el carácter monumental de la obra -más típica de líderes autoritarios como Napoleón o Lenin, que del sobrio y republicano Artigas- y de que fuera erigido por una dictadura, que lo utilizo para hacerse propaganda, mientras que el ideal de gobierno artiguista es esencialmente democrático representativo. Tras una restauración que tuvo en el 2011, debido a la cual los restos del Prócer pasaron temporalmente al Cuartel de Blandengues y luego al Palacio Legislativo, fue reabierta en el 2012.

Finalmente hacemos referencia al monumento a Artigas en la Meseta del mismo nombre, ubicada mirando al Río Uruguay en una zona próxima adonde estuvo Purificación. Se trata de un pedestal con una columna, en cuya parte superior fue colocado un busto del Prócer. Fue su segundo monumento conmemorativo erigido en el paìs, habiendo sido inaugurado el 25 de agosto de 1899 y declarado por ley Monumento Nacional en el 2003. En ese sitio tienen lugar dos eventos que pueden ser de interés turístico: el Encuentro con el Patriarca, una marcha a caballo que se realiza desde 1995 en el mes de setiembre -conmemorando el día 23 que es la fecha de su muerte, acaecida en Paraguay en 1850, y la Regata Meseta de Artigas – Paysandú, que se realiza en Semana de Turismo, desde el año 1950.

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